miércoles, 29 de agosto de 2007

being Rupert Everett

Esto de volver a escribir para la prensa nacional ha disminuido mis ratos de ocio y tiempo libre. Agréguenle maratónicas jornadas de seminarios de magíster con profesores españoles que me tienen “hasta la ostia”. Todo sea por verme convertido en editor. Ahora bien, hay roles en la vida para los cuales uno no necesita de grados académicos. Convertirte en el mejor amigo gay es un papel que muchos desarrollan con mayor o menor suerte desde hace un tiempo. Cuando se instauró en nuestra sociedad que entre ellas tener un amigo gay era cool, ese a quién contarle todo, salir de compras, entrar al baño y hasta al probador de ropas juntos. Ese que conoce cada síntoma de “tus días”, el mismo que te consuela de tanto “jote”, recaída o canita al aire que te das de vez en cuando. El amigo fiel que no te mira con otros ojos, ese hermano con el lado femenino desarrollado que siempre quisiste tener. El mismo que, además, es amigo de tu novio, porque no lo ve como amenaza alguna. Por último, el que te salva de cualquier entuerto (menos cambiarle una rueda al auto, ni arreglar la gotera del baño). Con mayor y menor intensidad. Cuán menos y cuán más estereotipado, tengo tres amigas, cada una por separado, que me ven como su mejor amigo gay. El prototipo más cercano a Rupert Everett que pueden atesorar.

Empecemos por Bridget Jones. La que disfruta su primer año independiente a las faldas de “mami”. Bridget, tal como su heroína literaria y cinematográfica, vive entre desencuentros amorosos, encuentra torpes cada una de sus intervenciones sentimentales, le ha costado asumir su fisonomía como tal, aceptarla y quererla tal cual. Tenemos historias familiares en común, hablamos de las mismas estupideces y nos reímos de ellas, tenemos un código y un lenguaje difícil de descifrar. Podemos hablar horas por teléfono, somos fanáticos del sushi, de las revistas extranjeras y del buen vivir. Ambos nos criamos en barrios tradicionales, lejos de lo high class, pero nuestro gusto y licencias, son las del burgués más insoportable. Bridget es una hija del rigor, una mujer con cojones, que anda por la vida con una coraza de dureza y de una aparente parqueza que intimida, pero que si la conoces un poco más es de una sensibilidad conmovedora. Siempre hemos creído que somos hermanos karmáticos, jamás hemos envidiado el avance profesional que hemos dado cada uno por su lado, al contrario, nos alegramos como si fuera el propio. Con Bridget nos emocionamos cada vez que vemos “La Boda de mi Mejor Amigo”, esa misma emoción que traté de acallar el día de nuestra titulación, cuando Bridget al vernos a los dos titulados y con el sueño cumplido, me abraza y rompe en lágrimas. Y para calmarla, mientras todos alrededor veían la escena como un acto de impresionante complicidad, le cantaba entre susurros y lentamente: “The moment I wake up, before I put on my make up…say a little pray for you”.

Seguimos con Kylie. Si, por Kylie Minogue. Cada vez que ando con ella por la calle soy el centro de atención. Sus ojos y sus poses son igualitas a la australiana que canta “Love at first sight”. Kylie es la novia de mi mejor amigo, y por ende se transformó en una de mis más queridas amigas. Mi amigo partió este año a Buenos Aires a estudiar. Dejo sola a nuestra Kylie, y yo he tenido que ser su paño de lágrimas, su consejero, el que está pendiente de ella cuando se enferma (que no han sido pocas veces durante este año) y el que le saca una risa en los momentos difíciles. Compartimos gustos musicales y costumbres fashion. En Buenos Aires somos peligrosos. Guarden dinero y tarjetas porque no paramos. No nos cansamos de compras y vitrinas, y yo la sigo a todas, con la paciencia que se requiere. Ella conmigo, por las iguales. Nuestra Kylie hoy vive un proceso de incertidumbre, un cruce de caminos complejo. Su relación no anda de lo mejor, pero debe crecer y madurar. Esto la ayudará a ser y a convertirse en esa mujer fuerte que necesita ser. Porque resulte lo que resulte de todo esto, Kylie saldrá vencedora, por su tenacidad, su entrega y su entereza para soportar tanto vaivén inestable. Por lo pronto, yo solo le digo a mi “princesa de cuento infinito, que tan solo pretendo que cuente conmigo…”, porque “él no te ha visto temblar esperando, una palabra, algún gesto, un abrazo…él no te ve como yo, suspirando…con los ojitos abiertos de par en par, escucharle nombrarle…ay, amiga mía, lo sé y él también”.

Termino con un personaje conocido por todos. Bettie Page. Con Bettie la atracción fue casi inmediata, pero cuando nos agarramos ya no pudimos soltarnos. Somos como un imán, llevamos tres meses de amistad sin freno, y no queremos que esto pare. Somos los mejores confidentes, nos llamamos o nos mandamos mensajes de texto a las horas más impensadas. Bettie Page conoce todas mis correrías y mis historias. Y ella me ha contado las suyas. Hay momentos en los que no es necesario ni siquiera hablarnos para decirnos algo, porque con una sola mirada ya sabemos lo que estamos pensando. Esta unión ha sido tan intensa que, quienes nos conocen, se quedan asombrados, y piensan que nos conocemos de un tiempo mucho mayor. Me he quedado a dormir en su casa, y hemos conversado hasta el amanecer. No hay mayor filtro, nos contamos todo y siento que nos necesitamos cada vez más, pese a que nuestro querido Nachito ahora le quite parte de su tiempo. Nos une nuestro gusto por Italia, por las papas fritas, por la moda y el diseño, por las revistas extranjeras, y en especial, por el chocolate Cadbury de Yogurt con Frutilla. Un placer que, a diferencia de los modelitos que nos gustan, sí podemos compartir.

7 comentarios:

Alejandra dijo...

Estimado Sr. Perowne... ¡¡Debe sentirse en el paraíso con tantas amigas, confidentes y secuaces. ¡¡Pero qué alegría!! Y claro, para ellas debe ser genial tenerlo a usted como "amigo gay", ya que la llevan. Son los únicos que te comprenden, te aconsejan en cada momento; siempre te soplan al oído qué mino te conviene, qué debes ponerte para una cita, como comportarte. Desde qué película ver, libro que hay que leer, vestido por llevar. Con ellos compartes casi todo: tus sentimientos, corazón, melancolía, felicidad. En ellos confías y a ellos buscas en las buenas y malas horas. Y siempre serán recompensados con una sonrisa de agradecimiento... así que Bridget Jones, Kylie y Bettie Page, son muy afortunadas. Cariños y cuidese mucho.

Pablillous dijo...

la suerte de esas tres yeguas de tenerte como amigo

je je

bromita( lo de yeguas)

valeria dijo...

Amo el chocolate Cardbury de Yogurt de Frutilla!!!!!!!

Berni dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carola Moya dijo...

mil gracias por estar entre las yeguas!
Jamás olvidaré esa esquina, bajo el paragua barcelonés, cantando esa misma canción, cruzando la calle, me gritabas, el zombie!!. Así no más resultaste. Ese que me hace abrir los ojos cuando alguien importante se cruza en mi camino, que no rie de mi ignorancia literario e infla el pecho sentado junto a mi, cada vez que hago un comentario brillante. Al igual que papas fritas, siempre puedes encontrar conmigo una confidente. Abrazote

Alejandra dijo...

¡¡Quiero más historias!! ¡¡Actualizaaaaaa!! jajajajaja. Bye.

Manuel Santelices dijo...

Dear Burgues
Ah! dos personalidades...Y las dos buenisimas.
Un abrazo,