lunes, 30 de julio de 2007

benedetto agosto

Parecía que nunca llegaría agosto. No puedo negarme al placer, al recocijo que siento al saber que estoy a pocos días de su regreso. Acabo de confesarle, por messenger, que estos dos meses fueron un siglo. A partir de hoy la cuenta regresiva va en retroceso, mi ansiedad crece y mis expectativas sólo responden al hecho de poder verlo y escucharlo de nuevo.

Me cuenta que en Italia el calor es insoportable. Yo le digo que acá, casi que nos hemos puesto insensibles al frío. Me sugiere estar bronceado, yo le pido que además de los regalos que me confesó que me traía, me trajera uno de sus besos apasionados, con el roce de esos bigotes tan masculinos, y tan inconfundibles.

Bromeamos sobre el romántico episodio de despedida cuando se fue, el 12 de junio. A ratos me da pudor. Las emociones te llevan a arrojarte a actitudes que en sano juicio jamás harías. También nos reímos, imaginándonos a ambos, durante estos dos meses, casi vestidos de monjes, con sotana y capucha café, con un lazo en la cintura, y un látigo en una mano, listos para autoflagelarnos, si existió el momento irresistible de caer en tentaciones. Compartimos un humor particular.

Está feliz. Durante su ausencia, le ayudé en las correcciones de tres tesinas que debía mandar al magíster que realiza acá, en Chile. Me cuenta que recibió la calificación de la primera tesina que envió. Un 7. No escatima en agradecimientos. Le digo que es mi héroe, él me confiesa que mi inteligencia le excita. Tenemos una tierna discusión sobre cuál de los dos es más inteligente. Él zanja el debate con un “los dos, por eso estamos juntos. De ser distinto, no sería así”. Y recuerdo la primera vez que hablamos, o no, cuando confesó su atracción hacia mí. Un rato antes a ese momento, me contó que la inteligencia de quién fuese su pareja, le hacía perder la cabeza. Que no bastaba más. El resto es historia…

Llevamos la conversación al día de su regreso. Le pido que me avise con anterioridad cuando exactamente viaja. Que el recibimiento será en grande, que depende la hora que llegue iremos a comer algo rico, que lo iré a buscar al aeropuerto. De seguro viene con exceso de equipaje.

Se despide, me dice que vuelve en un rato más. Antes, le digo si tiene El Principito, si se acuerda de la conversación del Zorro con el niñito que vive en el asteroide B 612. Me dice que sí, le digo que lo lea. Dice así:


- ¿Qué significa domesticar? Le pregunta el Principito al zorro.
- Es una cosa demasiado olvidada – dijo el zorro- Significa “crear lazos”.
- Sí – dijo el zorro-. Para mí no eres más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo…
- ¿Qué hay que hacer? –dijo el Principito.
- Hay que ser muy paciente –respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca…

Al día siguiente volvió el Principito…
- Hubiese sido mejor venir a la misma hora – dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuánto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Los ritos son necesarios.

1 comentario:

Alejandra dijo...

Realmente los ritos son necesarios. Y claro, si se domestican mutuamente, las ganas de reencontrarse son cada vez mayor. Es rico estar enamorado... en las nubes y es mucho más rico cuando hay períodos de distancia, y llega el reencuentro... aunque en mi caso hay más distancia que reencuentros jajajaja... pero espero sea por poco tiempo... la pena a veces agota y te deja mal emocionalmente... pero bueno... ese es mi caso... en el tuyo... ¡¡a gozar se ha dicho!! Besillos y cuidese.