domingo, 24 de junio de 2007

Colonia de Escritores

Abandona tu vida durante 3 meses. Desaparece. Deja atrás todo lo que te impide crear esa obra maestra. Deja a tu familia, y tu trabajo y tu casa. Todas las obligaciones. Vive con gente creativa como tú. Alojamiento y comida gratis para aquellos que consigan ser seleccionados. Antes de que sea demasiado tarde. Vive la vida que sueñas

Chuck Palahniuk, Fantasmas.
“Pedro Brunetti es de esos escritores que empezaron tarde su carrera literaria. Que provienen de otras funciones y que su “ethos” viene de los talleres literarios. P.Brunetti es sólo un escritor simpático que hizo una novela simpática, nada más”. Esa fue la opinión del crítico literario Danilo Parks hacia el escritor mencionado. Y pareciera que el hecho de venir de un taller literario sea un estigma para algunos. Quizás quiera decir que no eres completamente autodidacta, que no fuiste tocado naturalmente por el don de la escritura, y que alguien tuvo que guiarte, casi como a un niño pequeño, para pulir medianamente tu estilo.

Ese es un punto. No el más importante. Pero era para introducirlos al tema y contarles que formo parte de uno de los muchos talleres literarios, que escritores y amantes de la literatura imparten en la capital. Desde el año pasado, con un grupo de 12 personas, las que han ido rotando, y cuyas personalidades y plumas son tan variadas que me han sorprendido cada tanto.

Una argentina de cincuenta, regañona y un tanto histérica. Otra de cincuenta, esta chilena, salida del mejor cuento new age, soñando con mundos con unicornios. Dulce, inspirada, una mujer soñadora. Un niñito bien –o niñita- o digámoslo bien, una vieja en cuerpo de chico de 25 años, de esos que pasean al perrito chihuahua, casi una Legally Blonde, que habla de sus amistades por el apellido que tienen, que toma el té en tazones Whittard y habla de ellos en sus cuentos, una vieja loca y de claro futuro histérico y asexuado. Un periodista de una empresa que hace estudios de publicidad -con el mismo apellido de la ex de Eliseo Salazar y que hoy conduce un matinal de televisión- pero con nulo encanto ni en personalidad ni en lo que escribía. Hay gente sin dedos para el piano simplemente. Una dueña de casa con un problema con las copas, de apellido high class, que vivía con sus niños y su marido, miembro de las fuerzas armadas y homofóbico, y que escribía cuentos costumbristas, bien chilenos y “de pueblo chico pero infierno grande”. Una treinteañera, madre de tres hijos, periodista y casada con un hombre relacionado con el arte. Siempre al día con la moda literaria y de vestir, que escribe cuentos de mujeres infieles, de amores temporalmente resucitados, en una onda muy Zambra. Así como “mi estilo es la no-pretensión, y mi historia es acerca de la historia que está o se va a contar en las siguientes páginas”. Un profesor de treinta y pocos, aparentemente serio y adusto, pero en confianza, con un carácter mucho más colorido y desenfadado. Escritor de una novela vertiginosa, de un empleado administrativo que se enamora del hijo, de 17 años, de su jefe. Un periodista veinteañero con aires fashionistas y snob, cuyos personajes en sus cuentos viven en el forestal, escuchan a Carla Bruni y le gustan las fotografías de Doisneau. Un ingeniero forestal de carácter y modales poco refinados, de hablar tosco. Muy, pero muy masculino si se quiere. Hijo de los expatriados por la dictadura y que escribe cuentos de bajos fondos y casi en lenguaje coa. Una jueza de un pueblo en las afueras de Santiago, introvertida, sin novedad, pero agradable. Este año está explotando mucho más su lado femme fatale. Un cuarentón cercano a los cincuenta, psicólogo, padre de dos o tres hijas, separado. De esos galanes maduros que cualquier soltera de su edad lo miraría con detención. Pero ojo, escribe cuentos algo autobiográficos. Si no quiere ser citado en uno de ellos, mejor no se acerque, y por último, un ingeniero civil que sólo lee libros en inglés, y que por eso en sus cuentos coloca el adjetivo antes del sustantivo, por la tradición del lenguaje anglosajón. Un nerd por donde se le mire, soltero y con claros rasgos misóginos. Amante de Dickens, Nabokov y Salinger y que, en apariencia, no sería la mejor compañía para una noche de sábado. Algunos de ellos ya no están, otros llegaron en su reemplazo. Un abogado cincuentón, de escasa cabellera, al que le molestan las críticas. Una conocida periodista muy afable, hasta “nice”, pero que en la presentación dijo que la disculparan si en la calle veía a alguno de nosotros y no nos saludaba, porque era “pésima fisonomista”. Un abogado joven que escribe una novela histórica como para quedarse dormidos sin necesidad de café, ni ningún estimulante para el sueño. Por último, un publicista agotadoramente egocéntrico, separado y que insiste en sacar a luz su condición conyugal actual en repetidas ocasiones, amante de los estereotipos y que se autodefine como un arribista. Es una fauna, liderada por nuestro guía literario, el maestro y escritor Pedro Brunetti, mencionado en el primer párrafo de nuestro cuento, un caballero inglés tan elegante como inseguro, tan culto como histérico, y tan guapo como poco espontáneo. Un escritor que sueña con escribir como los ingleses clásicos, que guarda el sueño de ser respetado en el ambiente y ser aceptado como un escritor, pese a venir de un área del conocimiento completamente distinto, codearse con el ABC1 y que, si no vendiera un solo libro, tampoco se moriría de hambre. Que habla de las profundidades, de no ser banal ni superficial, pero descubre en sus comentarios que un autor como William Somerset Maugham está “de moda” entre los escritores latinoamericanos. Un escritor tan, pero tan discreto, que como actriz de teleserie, no acepta que se metan en su vida privada. Y no hablo de comentar cuántas veces tira con su pareja diariamente, sino que cosas tan normales como a qué hora se levanta, si saca a pasear al perro, o que le gusta comer.

Este escritor que celebra junto a su docena de alumnos, lunes a lunes, el arte de la escritura y la ficción, el mismo escritor al que le aconsejo sacar cuentas a partir de agosto, porque cuatro de sus aprendices quieren hacerle una suerte de “golpe de estado” y marcharse para siempre de sus huestes y librarse de ese ambiente tan flemático como cínico de escuchar y comentar cuentos, relatos y fantasías de otros.

3 comentarios:

valeria dijo...

Buenas tardes, mister Perowne, como siempre es un agrado recibir ¿nuevas? visitas en mi blog.
Me gustó mucho esta descripción del taller literario, liderado por este escritor de apellido italiano, y creí reconocerte entre uno de sus miembros.
Gracias por sus piropos hacia mi persona, siempre se agradecen, aunque vengan desde las sombras.
Seguiré visitándolo...

Alejandra dijo...

Mi querido Thomas, un agrado contar con tu presencia en mi blog... tus escritos, sin duda alguna, los leeré con mucho agrado, ya que hace tiempo, quería leer de estas materias. Besitos enormes y seguiré visitandote. Bye ;)

Max Demian dijo...

Hola Gracias por la visita.
Supongo que lo mejor de escribir un libro-cuento y/o escribir un blog, es esa energia autoanalizante que uno tiene de si mismo, es un hecho que todo escrito tiene su punto de cognicion biografica.
Respecta al post se podria sacar un buen argumento con cada personalidad mencionada, como si se tratse de una terapia de grupo, aunque eso me parecio mas que un taller literario.
Y sin mas, como cualquier mortal tambien tengo mi novela inacabada ¿y quien no la tiene?
Saludos y reitero las gracias